sábado, 6 de febrero de 2010



Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi (Florencia, 1 de marzo de 1445Florencia, 17 de mayo de 1510), apodado Sandro Botticelli, fue un pintor cuatrocentista italiano. Menos de cien años después, este movimiento, bajo el mecenazgo de Lorenzo de Médicis, fue considerado por Giorgio Vasari como una "edad de oro", un pensamiento que convenientemente encabezaba su Vita de Botticelli. Su reputación póstuma disminuyó, siendo recuperada a finales del siglo XIX; desde entonces, su obra se ha considerado representativa de la gracia lineal de la pintura del primer Renacimiento, y El nacimiento de Venus y La primavera son, actualmente, dos de las obras maestras florentinas más conocidas.
Nació en Florencia, en un barrio de trabajadores en el arrabal de Ognissanti. A esta misma parroquia de Ognissanti o Todos los Santos pertenecieron los Vespucci, aliados de los Médicis, y de quienes recibiría encargos.

Sandro Botticelli pertenece ya a una segunda generación de artistas renacentistas y representa una visión de la pintura muy diferente de la que tiene Masaccio. Si la de éste fue sobre todo al fresco, la de Botticelli fue pintura de caballete; si aquel vivió siempre preocupado por las conquistas y problemas técnicos (representación “científica” del espacio), éste fue un pintor que se dejó llevar tan solo por la inspiración, relegando a muy segundo plano las reflexiones teóricas.

Domina en su pintura el dibujo; un dibujo muy marcado de líneas ondulantes, que configura imágenes en movimiento y con un cierto toque de lirismo. Creó un mundo formal propio, caracterizado por el sutil ritmo lineal de los cuerpos y vestidos; unos cuerpos que pierden cualquier rigidez, que inclinan suavemente las cabezas y sus rostros reflejan una sonrisa melancólica.

Sintió gran afición por los temas mitológicos, de los que fue genial intérprete; fue ésta su vertiente más claramente renacentista.


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